Y llegó el ansiado 23 de Junio de un recién estrenado estío
anunciando a bombo y platillo una noche mágica de luz .
Conforme avanzaba la tarde calurosa los niños del barrio
nos afanábamos para conseguir: guitas , sogas y cuerdas
con las que poder atar y acarrear, leña y cardos secos.
Cerca de la casa en que vivíamos, los vecinos amontonaban
entusiasmados: muebles en desuso, enseres y trastos viejos.
Todo el mundo colaboraba para conseguir que aumentase
de volumen, la pirámide formada por toda clase de desechos.
Valía la pena el esfuerzo colectivo y la ilusión para conseguirlo.
De una fachada a otra de la calle se ponía un alambre tirante
y en el centro un muñeco de trapo, parecido a los “ ninots”
de las “ Fallas Valencianas”. Y por fin llegó la noche espectacular
la Luna lucía espléndida ,con su corte de estrellas elegantes.
El cielo azul inmenso y las constelaciones con sus trajes nuevos.
El escenario a punto y todos/as los protagonistas preparados.
La función estaba a punto de comenzar y faltaba el director
para que iniciase con la mecha encendida el fuego purificador.
Estallidos de júbilo de hombres, mujeres y una pléyade de niños
a los que había que proteger. Porque se acercaban demasiado
a la HOGUERA , de la que emanaban una sinfonía de colores vivaces.
Los saltadores una vez y otra , saltando por encima de las llamas.
Y como colofón de la fiesta “ sanjuanera” nuestras madres nos llevaban de la mano
hasta la orilla de la bella Mar Chica y ungían con el agua marina, nuestras cabezas
para protegernos de todo mal y allí entre risas y alegría nos sentíamos felices.
Pepe Luis ZAPATA
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