Para el año 1960 los que jugaban a profetas y adivinos vaticinaban desastres varios, catástrofes e incluso el apocalipsis definitivo todo ello para contribuir a mi inquietud personal puesto que era un tema de constante preocupación al oír hablar de modo tan insistente de un asunto que tanto me sugestionaba, a pesar de mis once años.
Ya adentrada la primavera la preocupación más notables de los españoles, sobre todo de las españolas, era saber que iba pasar con” Ama Rosa” la gran novela radiofónica que difundía la radio en una gran creación de GUILLERMO SAUTIER CASASECA, por lo que era evidente que el mundo seguía su rumbo con los problemas de siempre que conlleva la lucha diaria, con lo que el desazón se iba mitigando conforme el tiempo pasaba y la agorera predicción no se hacía realidad.
Una tarde ya en el preludio del verano se presentaba placentera y tranquila, con el sol buscando cobijo en el horizonte y el calor que nos azotaba sin piedad
Vicente, que me llevaba catorce meses y yo cumplimos con la labor de acarrear agua de la fuente como cada tarde lo hacíamos – por orden de nuestros padres claro- tras la merienda, al rato llegaba papá sudoroso del camino del Uixan. Desde el túnel de carga a casa en San Juan de las minas contento ya de haber librado la jornada y tener un rato de expansión. Nos indicó a mi hermano y a mí que iríamos al barbero porque el pelo se nos montaba por encima de la oreja.
Salvamos poco más de dos kilómetros a pie en la entrada de Segangan pasamos justo al lado del cuartel de regulares nº 5 mi hermano curioseó sobre el centinela que había en la puerta.
-¿Papá, porqué ese soldado está tan serio?
– Porque debe estarlo hijo, un centinela no puede hablar con nadie ni distraerse, debe permanecer siempre atento.
En Segangan casi al entrar nos encontramos con el estanco de Ramón, en la tarde apacible y soleada menudeaban las tertulias en las aceras como la que sostenían los taxistas Yamanny y el de la Manquilla y la música de estilo árabe que salía de los cafetines siempre impregnado el ambiente con el aroma al te con yerbabuena.
Atravesamos la calle principal y nos metemos en el otro estanco de Ayala, también llamado el de la viuda. El periódico, España de Tánger donde mi padre se nutría de las noticias procedente de España y no faltaban los sobres con las estampas de los futbolistas del momento , como Gento,Kubala o Di Stefano.
-Mira – decía Vicente- me ha salido Zoco este es nuevo del Osasuna, mientras yo debía conformarme con la estampa de Griffa o Collar que ya me habían salido infinidad de veces.
Después cogemos la CTM , solo siete kilómetros y llegamos a Nador . Nos apeamos cerca del edificio del gobernador con vistoso jardín y arboles cuyas copas formaban una armoniosa geometría. Muy cerca se encontraba la barbería de Sánchez del que éramos asiduos clientes, pero que personalmente me resultaba tediosa la espera y el rato sentado allí se me figuraba una eternidad dado que a esa edad la paciencia no es la mejor virtud que suele tenerse.
Ya había acabado la para mí pequeña tortura y nos hayamos sentado en un cafetín típico de allí donde papá saboreaba un aromático Te con yerbabuena y un refresco para nosotros. Desde allí observamos el frenesí de la estación de autobuses subiendo sacos y enseres de todo tipo en el techo de los autobuses, pregoneros para los viajeros que iban a Fes o Mequínez y también los que te ofrecían “Halawi” unos y otros agua fresca en un mugriento botijo ¡¡ aman diss mado ¡!
Ya oscureciendo regresamos a casa satisfechos y con el pelo arreglado almenos para un mes.
El miedo a que se acabara el mundo había desaparecido poco a poco y nadie hablaba de ello.
Antonio Uroz
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