El pasado día siete de octubre la Asociación de Estudios Melillenses organizó una visita al escenario donde transcurrió parte del llamado Desastre de 1921. El viaje comenzó muy temprano en la Plaza de España de Melilla llenando un autobús de la C.O.A.. El destino era Annual, y la ruta a seguir era el camino inverso al seguido por las tropas españolas que buscaban cobijo en Melilla. Tras el parón en la frontera, nos dirigimos a Nador, donde nos recibió el desvencijado edificio de Regulares nº 2. En Tauima vimos al lado de la carretera el antiguo cuartel de la Legión, ahora ocupado por tropas marroquíes. Y en Zeluán hicimos la primera parada, para visitar su Alcazaba, muy deteriorada. Al entrar en Monte Arruit, otro alto en el camino para ver la antigua aguada y el abrevadero a la orilla del río. Después Tistutín, donde terminaba el trazado ferroviario, y Batel, con el monte de la Muela, cuya silueta buscaban los soldados en su loca carrera. Antes de llegar a Dar Drius, nueva parada junto al puente sobre el seco cauce del río Igan, donde el regimiento de caballería del Alcántara realizó las suicidas cargas para proteger la huida de las tropas españolas. En Dar Drius dejamos la carretera general para llegar a Ben Tieb. Allí el trazado se convierte en pista de tierra con restos de alquitrán en su centro. En su concurrida y vieja plaza. donde al parecer se situaba el antiguo emplazamiento de la Legión, hicimos algunas compras. A partir de aquí empieza la subida por un sinuoso trazado buscando el desfiladero de Izzumar, que los soldados tuvieron que recorrer por un estrecho camino cuesta arriba, acosados por los disparos desde las alturas, con unos mil muertos provocados tanto por las balas enemigas, como por los atropellos entre hombres, animales y vehículos. Desde estas cimas se divisa el valle ya cercano a la costa, y se distinguen Igueriben, la Loma de los Arboles y Talilit. Y por fin llegamos a Annual. Recorremos la pequeña loma donde se situaban las tiendas de campaña de Silvestre y los mandos, y el silencio y la quietud actual contrasta en nuestras mentes con el estupor causado por el ruido y la polvareda de las tropas rifeñas que se dirigían a la posición. Para el camino de vuelta tomamos otra ruta que nos llevó a Buimeyan, donde comimos junto al monumento con la leyenda corregida que glosa la victoria de Abd el Krim. Después cruzamos por un estrecho boquete las alturas de Tizzi Azza, para llegar a Tafersit, y enlazar nuevamente con el camino de ida en Dar Drius. Y de vuelta a Melilla, a tiempo para ver el partido Barça- Madrid. Vaya contraste.
Juan Manuel Gálvez. Granada
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