Escucho a la Niña de la Puebla con su voz de terciopelo parecía que tenía un bellísimo ruiseñor en su muy privilegiada garganta. Cantando la canción andaluza LOS CAMPANILLEROS.
Mis sufridos ojos se emocionan por su delicioso canto y hago volar mi memoria y me traslado a Villa Nador en la última fiesta de la Nochebuena la de 1955.
En mi casa junto a mi añorado Zoco reinaba la bella y olorosa yerbabuena sobre las especias Mi querida y laboriosa madre había comprado los ingredientes para la elaboración de roscos borrachuelos y mantecados.
El 23 la buena cocina económica el horno en su punto y la masa preparada con cariño y esmero Manos a la obra y el resultado espléndido se notó su maestría siendo premiada con besos sonoros por todos sus leales admiradores.
Llegó la anhelada Nochebuena cena en familia y en armonía El cielo era de un azul brillante la sultana la luna llena se había puesto sus alhajas ,una linda gargantilla ,los zarcillos de plata fina y los labios bien pintados. Y las estrellas la acompañaron en su ronda mientras en la Mar Chica se oía el placentero sonido de las olas al besar la playa. |
Y todas las luces encendidas la mesa puesta con un bonito mantel y los dulces caseros más los turrones, mazapanes polvorones y no podían faltar a la cita los licores vino dulce Quina Santa Catalina,Anises Machaquito y la Asturiana y el coñac de malla amarilla.
Tocaron a la puerta y recibimos con los brazos abiertos a la buena familia de los Alcaides muy queridos por su honradez y solidaridad con todas/os Sebastián y Anita Rojas eran de San Roque y de un Cádiz liberal y libertario de Casas Viejas y de un gran Fermin Salvochea.
Guitarras, bandurrias y las bellas voces de sus ochos buenos hijos hicieron que aquella Nochebuena fuera recordada para siempre con mucho emoción por los Zapata No todo fue camino de rosas para estos buenos trabajadores Sebastián padre fue privado de libertad por leer y pensar diferente, lo mismo le sucedió a Jiménez otro ser humano y solidario que ayudaron a mucha gente necesitada en unos años crueles para los vencidos.
José Luis Zapata |